En Educación infantil seguimos con un proyecto que es ya una de nuestras señas de identidad, la Disciplina positiva, una educación en el respeto con dos vertientes: educar de forma respetuosa, asertiva, comprensiva y firme, para así conseguir que nuestros alumnos el día de mañana sean personas respetuosas, comprensivas, y a su vez auténticas y con las ideas claras. Creemos que para educar bien no hace falta gritar, amenazar con castigos, humillar, chantajear con premios, hacer sentir mal al niño.
¿Qué caracteriza la Disciplina Positiva?
- Da alternativas al grito, al castigo y al premio.
- Ayuda a comprender el comportamiento de un niño, buscando qué hay detrás. Detrás de toda mala conducta hay algo que le está haciendo sentir mal, y por tanto, portarse mal. Así, buscamos conseguir que el niño se porte bien atajando la raíz del problema (la causa) y no sólo la superficie (la mala conducta).
- Conocer y comprender cuál es la causa de su mala conducta nos ayuda a conectar con él y sus necesidades. Esta conexión nos va a ayudar muchísimo a la hora de manejar las conductas disruptivas y las incidencias de una manera amable pero firme.
- Nos capacita para enseñarles que sus acciones tienen consecuencias, pero sin necesidad de humillarle y hacerle sentir mal por una mala acción.
- Nos ayuda a buscar con ellos soluciones y alternativas para que una mala conducta no se vuelva a repetir, en vez de centrarnos únicamente en el error, en el castigo y en que “el niño pague” por lo que ha hecho mal.
- Conseguimos la colaboración de los niños, que todos puedan sacar lo mejor de sí mismos y se pongan al servicio de los demás para hacer que el conjunto de la clase esté bien. De esta manera todos ganamos: el alumno se siente bien al hacer algo por los demás y los demás se sienten bien porque alguien hace algo por ellos. Esto les da un sentido de pertenencia al grupo muy fuerte.
- Ayuda a nuestros alumnos a resolver los conflictos que surgen entre ellos de manera respetuosa (sin pegarse, morderse, insultarse), pero asertiva: haciendo saber al otro con firmeza que lo que me ha hecho no me gusta, que me gustaría que no se volviera a repetir, y qué podemos hacer ambos para que no vuelva a pasar. Así les estamos empoderando y dotando de estrategias a largo plazo, para toda la vida.